viernes, 16 de octubre de 2009

Frag. "El Arte de Amar" (Ovidio)

"El padre le dijo entonces: "Con estas naves hemos de abordar a la patria, y gracias a su auxilio escaparemos a la tiranía de Minos. Nos atajó todos los caminos, mas no pudo impedirnos el de los aires; y pues éste se nos permite, aprovecha mi invento para atravesarlo, pero evita aproximarte a la virgen de Tegea y a Orión, que, espada en mano, acompaña al Boyero. Mide tu vuelo por el mío, yo te precederé, y siguiéndome próximo, caminarás con seguridad bajo mi dirección. Si voláramos por el eterno elemento cerca del sol, la cera no soportaría el calor; y si con vuelo humilde nos deslizásemos hasta la superficie de las olas, las plumas, humedecidas por el agua, perderían su movilidad. Vuela entre estos dos peligros; sobre todo, hijo, teme los vientos, y deja que tus alas obedezcan a su impulso." Después de darle estos avisos, adapta las alas al muchacho, y le enseña a moverlas, como el ave instruye en volar a sus débiles polluelos; enseguida ajusta a sus hombros las que fabricó para sí, y ensaya con timidez el vuelo por la nueva ruta. Ya dispuesto a volar, abraza y besa a su hijo, y las lágrimas resbalan por sus mejillas paternales. Destacábase no lejos una colina que, sin alcanzar la altura de un monte, dominaba los campos, y desde ella se lanzan los dos a la peligrosa evasión. Dédalo mueve las alas, y no pierde de vista las de su hijo, sosteniendo la marcha con uniforme velocidad. Lo nuevo del viaje les produce indecible satisfacción, y el audaz Icaro traspasa las órdenes prescritas. Un pescador los vió al tiempo que sorprendía los peces, y del asombro, la flexible caña se le escapó de la mano. Ya habían dejado a la izquierda Samos y Naxos, Paros y Delos, tan amada de Febo, y a la diestra Lebintos, Calimne, que sombrean los bosques, y. Astipalea, ceñida de pantanos abundantes en pesca, cuando el joven, incauto y temerario con exceso, se eleva más alto en el aire y abandona a su padre; al momento se relaja la trabazón de las alas, la cera se derrite a la proximidad del sol, y por más que mueve los brazos, no acierta a sostenerse en la tenue atmósfera; aterrado, desde la celeste altura pone en el mar las miradas, y el espanto que le produce cubre sus ojos de un denso velo. La cera se había derretido; en vano agita los brazos, despojados de las alas; falto de sostén, tiembla, cae, y al caer, exclama : "¡Padre, padre mío, me veo arrastrado!"; y las verdes olas ahogan sus voces lastimeras."

2 comentarios:

  1. Increible metáfora de lo que puede ocurrirle al hombre cuando se fía ciegamente de su técnica/razon. Dédalo le dijo! "No seas boludo, no te vayas a quemar con el Sol ni mojar con el agua." Pero pudo mas la vanidad del hombre, ese egocentrismo radical o sindrome del "pupo del mundo". Jodete por boludo.

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  2. jajaja, que buena explicación faca :P

    El remedio del amor tambien garpa, después posteá algo.

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