martes, 13 de octubre de 2009

(Lucas)

Vemos como brillan nuestros ombligos
Al asomo de una luz fogatal
Donde sombras chinescas se crean
En los árboles linderos.
Vemos marcas en la piel
Símbolos imperecederos
En conexión con la energía vital
Que nos orgasma la columna.
Surcamos la tierra con los talones
Mientras el cosmos nos extirpa el espejismo
Para así poder absorber la savia melosa
Que chorrea del cuello de la Madre.
Danzamos a favor de la brisa,
A favor de la arena y las pirámides,
Que nos muestran la cuerda que quemar.
Danzamos llamando al caos
Que penetrará por cada grieta del viejo ser,
Haciéndolo arder desde adentro para florecer
Como un fénix de temple austero y bondadoso.
El corazón percute como un tambor rabioso
Llamando al salvaje ancestro
Para que lo saque de la fría prisión del mono moderno
Y lo deje utilizar los agudos sentidos.
La Madre mecerá los mares
Y escupirá el fuego interior
Y así la nueva generación reinará en el ahora
Con la conciencia infinita y fugaz.

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